Cervicalgia
- Nicolás Guasaquillo
- 10 nov 2018
- 1 Min. de lectura
La ciudad está cambiando. Los pasos son otros; las miradas, las conversaciones, el afecto, la preocupación, la furia, las ganas, la motivación; Bogotá se está cayendo a pedazos. Retroceden los habitantes, se agachan y se dejan vulnerar. Se erizan cuando se ven atascados en el bus, con el tiempo en los talones, con la ciudad abajo intentando defenderse. Pecan por negligencia, se untan de sangre y paramilitarismo (que viene siendo lo mismo). Para ellos no hay otra realidad más que llegar puntuales a trabajar, olvidan en una oficina el sentir de un pueblo reprimido. Y cuando les dan el día libre, se dedican a saltar entre noticieros falsos, a odiar y a desear una mayor seguridad, a idolatrar un gobierno que ni siquiera mira por encima del hombro, que calla, que violenta, que mata.
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