Me escribo una postal

Resulta ser que las relaciones se mantienen con base en la distancia. Si se llega a producir un encuentro, sea casual o premeditado, toda aquella construcción se vería comprometida. Nadie interviene en caso de demolición, a menos que hablemos del ajeno ser que uno es cuando la furia interviene. Si decidimos entonces que la lejanía sólo puede acercarnos en letras ilegibles o en fotografías de bajo pixelaje, se debe tener en cuenta que todo ímpetu es irreversible, que si se avanza un paso no se podrá retroceder dos pasos, como en otros casos. 

En cambio, si lo que se decide es alejar la lejanía y mantener un contacto directo sin concebir los estragos del día siguiente, se debe asumir una total autonomía para apartar satisfactoriamente los anhelos de los sueños; esto con un sólo propósito: iniciar desde la plataforma opuesta en la que alguna vez se inició un vinculo de mucha ligereza y poco cumplimiento.