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Misticismo

  • Foto del escritor: Nicolás Guasaquillo
    Nicolás Guasaquillo
  • 25 oct 2018
  • 2 Min. de lectura


Compañero, querido compañero, cuénteme cómo ha estado. He visto su falsa sonrisa, rutas al aire: caminos antropomorfos que surgen de una espiral y retornan a lo finito. Pero no se preocupe, compañero, que conmigo su secreto está a salvo. Me llevo hasta la tumba esa agresión suya, ofrecida como mejor antesala para todas las sobras humanas que lo acompañan. Pierda cuidado, siéntese junto a la vida que quisiera para su vida, resista aquel rechazo que pronto acabará. Usted se irá y todo desaparecerá como el segundo exacto donde la noche se vuelve aterradora, perceptible. Inhale y exhale, así es. Todos estamos pendientes de su evolución, de aquí no nos vamos a mover hasta que usted termine de exhalar la lluvia que ha escampado toda su vida debajo de un furgón.


Hay manjares, ¡cómo se le ocurre que no! Aproveche e ingiera lo que su cuerpo le permita el día de hoy. Pero tenga cuidado: hay estaciones que aparentan ser comestibles. Espero no caiga en ese engaño, sería una intoxicación fatal. Ahora, si me permite, mon nouvellement connu,dejaré que su ser sea, que no estorbe, que haga un recorrido exhaustivo por todos los abecedarios mientras su mundo termina de caérsele. No se afane, está solo, nosotros nos fuimos. Tiene la oportunidad de dejarse y avanzar. Tome partido, tome conciencia, no sea como nosotros que buscamos el óleo restante en el cabello del pincel. Pourquoi pleures tu? ¡Todos lo veíamos venir, su sangre terminaría por desobecerle! Vous ne saviez pas? Maintenant vous le voyez, non? No caiga de esa manera, no se asuste frente a la escena: sinfonía, canto armonioso; densidad ascendente, cabellos estrechos; labios manchados de limón, romanceros ataviados en colonias.


C'est la vie, bienvenue, ¿nos veremos dentro de ocho días?

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